Cuando estés a mis pies y tengas mi pene en tu boca, debes mirarme a los ojos.
Cuando estés de rodillas, y yo te lo ordene, debes mirarme a los ojos.
Cuando te ate desnuda, para que otro te penetre, debes mirarme a los ojos.
La mirada de la sumisa es en si una señal de sumisión. Porque hace que, por un momento, dominador y dominada se vean en la situación y sepan que se ven. Es como desnudar el alma. Por eso es tan importante que me mires a los ojos, aunque te avergüence. Aunque te duela.
1 comentario:
Bonita prosa.
Buenos contenidos.
Felicidades, Manolo.
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